El 1er Encuentro DonDeFluir con Nati estuvo muy bonito. No sólo celebramos la vida, sino que también disfrutamos de la naturaleza, el río Santo Domingo, una excelente comida y lo más lindo la compañía con seres maravillosos. Vivimos y participamos en varias actividades en donde el cuerpo y las emociones fueron protagonistas. Jugamos, pintamos, hicimos yoga, bailamos y nadamos. Ritualizamos el momento y reconocimos a Nati cómo nuestra maestra. El lugar en el que se hizo el evento queda en Cocorná y se llama Refugio Jacaranda, es un lugar muy tranquilo en medio del cañon y en donde el río baña y bendice su territorio. Caro y Jerónimo son excelentes anfitriones y nos enamoraron con su hospitalidad y su cuidado. Recomiendo mucho esta experiencia para desconectarse, estar en contacto con la naturaleza y entrar y sanar tu interior.

Durante el Encuentro DonDeFluir, pude darme cuenta que no pasa nada si saco tiempo de calidad para mi y me desconecto para conectar conmigo mismo, perdí el miedo a lo desconocido, aprendí a compartir más personas nuevas, amplié mi vocabulario emocional y entendí el poder de nombrarlas para poder gestionarlas, además tuve mi primera experiencia practicando yoga y me gustó además disfruté mucho del acro yoga porque cuando no me siento juzgado y dejo de preocuparme por lo que pensarán los demás, vuelvo a ser niño y me permito disfrutar.

En el Encuentro DonDeFluir en Jacaranda, mientras celebrábamos la existencia como Maestra de nuestra amiga y compañera de viaje NataLia HernÁndez OsoRío, más conocida como Mar, pude asombrarme con la profundidad de eso que todos en la superficie llaman emociones y se hacen debates sobre como modularlas. Pude darme cuenta como emerge la posibilidad de sumergirse en el inmenso e impredecible océano de la energía, el Mar de la energía. Puede darme cuenta como cada emoción es una ola diferente, con un color y una vibración distinta y que deberíamos aprender a surfear todas esas posibilidades. Me di cuenta de la puerta de posibilidades que se abre con tener esa brújula y reconocer esa geografía personal, donde el agua se encarga de hacer los surcos para que todo se conmueva como nos conviene.